Chiara Lubich: a Dios a través de la belleza.

Intervista a Roberto Méndez Martínez, autore di "A Dio per la bellezza" pubblicato sul numero 186 di Nuova Umanità pp.737-748
Roberto Méndez Martínez

En su trabajo A Dios a través de la belleza, usted sostiene que existe un vínculo entre la Transfiguración narrada en el Evangelio y la obra de Chiara Lubich: ¿puede explicarlo?

«En la Transfiguración, Cristo se muestra a sus discípulos no sólo como el Hijo de Dios y el cumplimiento de las profecías mesiánicas, sino que se manifiesta como Belleza. Él es expresión de la Verdad, pero esta no aparece de forma abstracta, sino que se hace perceptible a Pedro, Santiago y Juan como perfección exterior, armonía y pureza sumas. Chiara Lubich ha comprendido muy bien el sentido de ese pasaje evangélico y lo ha asumido en su vida y su magisterio. En la búsqueda del rostro de Cristo en el prójimo, en el llamado a la unidad de los hombres, en la mano solidaria que se tiende al necesitado, en toda manifestación de amor, hay belleza, de ahí que ella ponga especial empeño en iluminar cada detalle de su vida cotidiana con una pizca de belleza, así como si interés en las relaciones con el mundo del arte, como modo de alabar al Creador y su obra».

 

¿Por qué, a su parecer, no es posible separar la belleza de la verdad?

«Desde los filósofos griegos de la Antigüedad se ha establecido un vínculo entre belleza y verdad. Ellos establecieron una categoría, la kalokaghatia, que es la unión de lo bello y lo bueno. En el cristianismo, esta unidad llega a su plenitud: Dios es la Verdad y también la suma perfección y por tanto fuente de la belleza, de ahí que no pueda concebirse, por ejemplo, una creación artística que sea hermosa en lo exterior, pero esté de espaldas a la verdad. San Agustín, San Buenaventura, San Juan de la Cruz, Urs von Balthasar y la propia Chiara tuvieron siempre presente esta relación».

 

¿Existe una relación particular entre la cultura cubana y este vínculo de belleza, verdad, sufrimiento?

«La cultura cubana no es toda ella cristiana, pero una parte de ella tiene una raíz cristiana. Ocurre, por ejemplo en la obra de José Martí, allí belleza, verdad y el tránsito ascético por el sufrimiento purificador hacia la luz aparecen continuamente. Habría que recordar su estrofa: “Cuando al peso de la cruz / el hombre morir resuelve,/sale a hacer bien, lo hace y vuelve / como de un baño de luz.” Algo semejante ocurre en la obra de otros poetas como José María Heredia, Dulce María Loynaz, Cintio Vitier, así como en los escritos filosóficos, políticos y morales del Pbro. Félix Varela, sin olvidar, por ejemplo, en el mundo del arte, la pintura de artistas como Fidelio Ponce y René Portocarrero».

 

¿Qué cosa acerca, como usted subraya, figuras de grandes personalidades cubanas, como Fina García Marruz y José Lezama Lima, a Chiara Lubich?

«Ante todo los acerca la común fe cristiana, su alimentarse de la palabra evangélica, su reconocimiento de Jesús como Señor. De allí parte una vivencia particular de la tradición cristiana en la cultura: el conocer el pensamiento cristiano desde los Padres de la Iglesia y Santo Tomás hasta Maritain, Marcel, Guardini, el disfrutar y aprender del arte cristiano desde Giotto hasta nuestros días, pero sobre todo el comprender que la búsqueda de la belleza no se da en un “arte puro”, sino en el máximo de compromiso con la Verdad de Cristo, defendida más allá de los relativismos del mundo contemporáneo. Para ellos, la llamada via pulchritudinis es un camino a la salvación y no puramente individual sino coral, una invitación a los hombres para que hallen alimento y vida en el esplendor de la Trinidad».

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