Con l’arrivo dell’estate e delle vacanze, molte zone della Spagna – come tante altre del Mediterraneo – si preparano a ricevere ondate di visitatori di diversa provenienza. La popolazione delle zone turistiche è consapevole che la stagione estiva sarà caratterizzata da un afflusso di persone che percorreranno le strade delle loro città, visiteranno le loro spiagge godranno dei loro ristoranti e monumenti.
Il turismo è un’attività fondamentale per l’economia spagnola. Lo dimostra il fatto che nel 2019, prima della pandemia, rappresentava il 12,4% del Pil spagnolo. Tuttavia, ha anche un impatto negativo sulle destinazioni. Come spiega Carvajal Salazar nel suo studio Impatti socioeconomici e ambientali del turismo in Spagna, questi effetti possono essere economici, sociali, culturali, ambientali e politici. A livello ambientale, ad esempio, ciò significa che le città e le coste spagnole soffrono di «gravi problemi di pianificazione urbana, infrastrutture, inquinamento e degrado», spiega l’autrice.
Una volta che le conseguenze negative del turismo, in particolare del turismo di massa, sono diventate evidenti, sono apparse diverse alternative che cercano di ridurre gli effetti dannosi che il turismo può avere sulle destinazioni. Una di queste è il turismo sostenibile.
Questo approccio mira a porre lo sviluppo sostenibile al centro dell’attività turistica. Il concetto ha preso forma nel 1995, con la Carta Mondiale del Turismo Sostenibile, creata da diverse organizzazioni, come l’Unesco, l’Organizzazione Mondiale del Turismo (Unwto) e altri organismi internazionali, in quello che è stato il primo Summit Mondiale sul Turismo Sostenibile. Oggi, con gli Obiettivi di Sviluppo Sostenibile fissati dalle Nazioni Unite per il 2030, le istituzioni pubbliche e le aziende cercano più che mai di mettere in pratica questi principi attraverso azioni concrete.
Questo tipo di turismo, secondo la definizione dell’Unwto, è caratterizzato dal rispetto delle risorse ambientali, dalla conservazione dell’ambiente e della diversità biologica. Si tratta anche di rispettare l’autenticità socioculturale delle destinazioni, di preservare le tradizioni e gli elementi culturali e architettonici e di promuovere la comprensione e l’interculturalità. Il turismo sostenibile non tralascia la sfera economica, in quanto mira, come sottolinea l’organizzazione, a «garantire attività economiche redditizie a lungo termine», favorendo benefici ben distribuiti, e ad assicurare «occupazione e reddito stabili e benefici sociali per le comunità ospitanti», favorendo la fine della povertà. In altre parole, questa attività deve generare occupazione, ma deve essere di qualità.
Come turisti, possiamo seguire alcuni consigli per essere rispettosi dei luoghi che visitiamo. Alcuni governi regionali spagnoli hanno elaborato una serie di linee guida per farlo. Tra le raccomandazioni vi è il consumo di prodotti locali, al fine di contribuire alla conservazione e allo sviluppo sostenibile dell’ambiente e alla generazione di posti di lavoro di qualità. È anche importante rispettare i negozianti e gli artigiani e, in generale, tutte le persone che forniscono servizi durante il nostro soggiorno. In più, è essenziale tenere conto della comunità locale e delle sue regole.
È particolarmente importante ridurre l’impatto ambientale rispettando l’ambiente naturale e moderando il consumo di acqua, energia e imballaggi, oltre a una gestione responsabile dei rifiuti. Occorre, inoltre, tenere conto della mobilità e, quando possibile, utilizzare i mezzi pubblici, camminare o usare la bicicletta per ridurre le emissioni, evitare gli ingorghi e risparmiare tempo e denaro.
Grazie a queste piccole azioni, possiamo contribuire a mantenere in buone condizioni gli ambienti naturali in cui andiamo in vacanza, e a promuovere la crescita economica senza perdere di vista il benessere della comunità che ci accoglie.
Turismo sostenible: la importancia de viajar de forma responsable
Basuras en las costas, desgaste del entorno natural, explotación de los recursos, contaminación acústica o masificación. El turismo es una actividad que aporta numerosos beneficios económicos. Sin embargo, también tiene un impacto negativo que como visitantes podemos ayudar a paliar.
Con la llegada del verano y las vacaciones muchas zonas del territorio español –como tantas otras en torno al Mediterráneo– se preparan para recibir oleadas de visitantes de distintas procedencias. La población de las zonas turísticas es consciente de que la época estival va a estar marcada por una afluencia de personas que recorrerán las calles de sus pueblos y ciudades, visitarán sus playas y disfrutarán de sus restaurantes y monumentos.
La actividad turística resulta clave para la economía española. Prueba de ello es que, en el año 2019, previo a la pandemia, supuso el 12,4% del PIB español. Sin embargo, esta también tiene un impacto negativo sobre los lugares de destino. Como aborda Carvajal Salazar en su estudio Impactos socioeconómicos y medioambientales del turismo en España, estos efectos pueden ser económicos, sociales, culturales, ambientales y políticos. A nivel medioambiental, por ejemplo, implica que ciudades y costas del territorio español sufran «grandes problemas urbanísticos, de infraestructura, de contaminación y degradación», explica la autora.
Una vez se empezaron a hacer patentes las consecuencias negativas que podía tener el turismo, especialmente el que se da de forma masiva, aparecieron distintas alternativas que buscaban reducir los efectos perjudiciales que este puede tener en los lugares de destino. Una de ellas es el turismo sostenible.
Este enfoque pretende poner en el centro de la actividad turística el desarrollo sostenible. El concepto toma forma en el año 1995, con la Carta Mundial del Turismo Sostenible, creada por diversas organizaciones, como la UNESCO, la Organización Mundial del Turismo (OMT), y otros organismos internacionales, en la que fue la primera Cumbre Mundial del Turismo Sostenible. Sin embargo, es ahora, con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, marcados por la Organización de las Naciones Unidas para el 2030, cuando instituciones públicas y empresas están más que nunca tratando de llevar a la práctica estos principios a través de acciones concretas.
Este tipo de turismo, según lo define la misma OMT, está caracterizado por un respeto a los recursos medioambientales, la preservación del medio y de la diversidad biológica. Además, muestra preocupación por respetar la autenticidad sociocultural de los lugares de destino, conservar las tradiciones, así como los ítems culturales y arquitectónicos, y favorecer el entendimiento y la interculturalidad. El turismo sostenible no se olvida del ámbito económico, pues pretende, como señala la organización, «asegurar actividades económicas viables a largo plazo», favoreciendo que haya unos beneficios bien distribuidos, y asegurando «empleo estable y obtención de ingresos y beneficios sociales para las comunidades anfitrionas», que favorezcan el fin de la pobreza. Es decir; esta actividad debe generar empleo, pero este debe ser de calidad.
Como turistas, podemos seguir algunos consejos para ser personas respetuosas con los lugares que visitamos. Algunos gobiernos autonómicos del territorio español han elaborado una serie de pautas para hacerlo. Entre las recomendaciones encontramos el consumo de productos locales, para contribuir a la conservación y desarrollo sostenible del entorno, y a la generación de empleo de calidad. Además, es importante el respeto a los comerciantes y artesanos, y, en general, a todas las personas que nos presten servicios durante nuestra estancia. Asimismo, es fundamental tener en cuenta a la comunidad local y sus normas.
Resulta especialmente relevante reducir el impacto ambiental, a través del respeto del medio natural y un consumo moderado de agua, energía y envases; así como una gestión responsable de los residuos. También en este sentido hay que tener en cuenta la movilidad, y, siempre que sea posible, hacer uso del transporte público, andar, o usar bicicletas, con el fin de disminuir emisiones, evitar colapsos, y ahorrar tiempo y dinero.
A través de estas pequeñas acciones, podemos ayudar a mantener en condiciones adecuadas los entornos naturales en los que vacacionamos, y favorecer un crecimiento económico sin perder de vista el bienestar de la comunidad que nos acoge.